En los comienzos del Siglo XII, un grupo de hombres, movidos por el deseo de llevar una vida como ermitaños, se retiró al Monte Carmelo, en la antigua Palestina, y creó la primera comunidad de carmelitas, la que consagró a “la Señora del Lugar”, Santa María, la Madre de Dios. Colocaron una imagen representativa en el centro del rústico monasterio; se ganaban el sustento con la venta de los productos artesanales y que labraban en la tierra y se reunían para celebrar la liturgia en comunidad.
Meditaban la Palabra de Dios día y noche, en imitación de los monjes que poblaron la montaña en el Siglo IX antes de Cristo, en particular, el profeta Elías, a quienes los carmelitas llaman “nuestro Padre”, y del profeta Eliseo.
Con el paso del tiempo, al crecer la comunidad, los eremitas acudieron a Alberto, Patriarca de Jerusalén [1206-1214] para solicitarle que les redactara una fórmula de vida. Es así como surge la primera Regla de vida de los carmelitas.
Tras la invasión de los sarracenos, los monjes carmelitas se ven precisados a huir y abandonar su austera vida de silencio y soledad y emigran a diversos países de Europa, estableciéndose en lugares tales como Sicilia, Italia, Francia e Inglaterra.
Una vez establecidos en Europa, tuvieron dificultad para que se les aprobara como Orden por las disposiciones tomadas por el IV Concilio de Letrán, donde se prohibía la fundación de nuevas órdenes religiosas. Finalmente, el Papa Inocencio IV aprobó la Regla del Carmelo definitivamente en el 1247.
En este período se le aparece la Santísima Virgen a San Simón Stock, en el año 1251, y le da como signo de su protección para toda la Orden el santo escapulario, con la promesa de que el que muriese vistiendo este sacramental no padecería el fuego eterno del infierno.
Casi doscientos años más tarde, el Beato Juan Soreth, figura cimera de la Orden Carmelita, obtuvo del Papa Nicolás V la bula “Cum Nulla” de 1452. Por ésta, quedaban canónicamente erigidas la Segunda y la Tercera Orden del Carmen. Desde entonces, los laicos que entran a formar parte de la Tercera Orden viven la espiritualidad carmelita en su propio estado de vida.
El Concilio Vaticano II determinó que se hiciera una revisión de la Regla de la Tercera Orden Carmelita. Después de un largo y cuidadoso proceso se promulgó la actual Regla de la Tercera Orden Carmelita el 16 de julio de 2003 con fecha de entrada en vigor el 8 de diciembre de 2003.
Como vemos, la presencia de nuestra Santísima Madre, la Virgen María, es constante en la historia de la Orden Carmelita. Desde sus comienzos hasta nuestros días, el Carmelo ha dado frutos de extraordinaria santidad a través de su carisma contemplativo vivido en oración, fraternidad y servicio.